Sorda es una película que no necesita artificios para emocionar: es honesta, cruda y con una firme voluntad de mostrar lo que a veces se esconde. ‘Sorda’ tiene el reconocimiento de crítica y público: Biznaga de Oro a la Mejor Película Española en el Festival
de Málaga y el Premio Feroz Puerta Oscura 2025, premio del público de la sección Panorama de la Berlinale, entre otros, aunque su verdadero valor está en lo que representa: una llamada de atención para quienes siguen ignorando que la accesibilidad no es un privilegio, sino un derecho.
Eva Libertad tuvo claro que la película debía estar completamente subtitulada. Desde producción y distribución hubo dudas por si eso podría alejar a una parte del público. Se plantearon introducir lengua de signos, hacer versiones diferentes para oyentes y sordos, incluso sopesaron sacar los subtítulos de la imagen y ofrecerlos como elemento adicional. Pero para la directora, no subtitular la película sería un fracaso; no podía excluir si se trataba de hablar de exclusión. Su accesibilidad debía formar parte del propio lenguaje cinematográfico.
Pero al llegar el momento de la exhibición. Cómo y dónde se proyecta la película se convierte en una contradicción en sí misma. Actualmente, Sorda solo puede verse en los Cines Palafox, que cuentan con ascensor. pero cuyas salas no son accesibles.
Las plazas para personas con movilidad reducida están en la primera fila, con tres metros escasos entre la butaca y la pantalla, lo que prácticamente imposibilita la lectura de subtítulos. La película no parece existir: no se anuncia en la cartelera exterior ni en los paneles digitales, es invisible para el espectador y acaba por convertirse en un reflejo de todo aquello que denuncia.