El concepto de educación pública llegó de la mano del prócer Jovellanos y su familia. Nos situamos a finales del s.XVIII. Lo que nació entonces se denominaba "enseñanza de las primeras letras". Consistía en aprender a leer y escribir y un poco de matemáticas y religión. Pero hablamos de una educación que llegaba a muy poca gente. En aquella época lo habitual para los niños era trabajar. Y las niñas estaban directamente al margen porque solo debían aprender a tener hijos y llevar el hogar. No hay referencias de escuelas para ellas hasta 1790 con la Escuela de los Dolores, creada por Xosefa Jovellanos. La familia Jovellanos defendió un modelo educativo basado en el talento, con instituciones que tenían vocación pública aunque su gestión fuese privada.
En los registros históricos de aquel tiempo figura que el Ayuntamiento de Gijón tenía en nómina a un maestro. Uno solo se ocupaba de la formación de todos los niños, pero insistimos en que eran muy pocos los que demandaban sus servicios. Los cambios comenzaron a partir del s.XIX y un hito importante llegó con la creación del Ministerio de instrucción pública. Hablamos de hace 125 años.
El primer conjunto educativo municipal de Gijón estuvo ubicado en la calle Cabrales en 1850. Que haya colegios por todos los barrios de la ciudad es algo que no empezó a verse hasta hace poco más de 50 años.
A lo largo de toda su historia, la educación pública siempre ha estado marcada por la precariedad, añade Héctor Blanco.
Héctor responde a una pregunta de la directora del Colegio Público Rey Pelayo. Pilar Álvarez le preguntaba además por el origen del nombre de su colegio. Inaugurado en 1968 llegó a ser el mayor colegio público de Gijón, con casi 1.500 alumnos. En aquel tiempo se buscaba que los nombres de los centros educativos tuviesen cierto empaque, de ahí Rey Pelayo.