Las mascotas son consideradas en la mayoría de los casos como un miembro más de la familia. Además, es habitual que, aunque tengan su propio espacio, los perros, gatos u otros animales duerman con sus dueños en la misma cama.
Ahora, también la psicología ha estudiado los efectos que puede provocar dormir con tu mascota en la cama y ha descubierto que tanto los dueños como los animales tienen más rasgos en común de los que se creía.
Son más abiertas
Las personas que duermen con sus mascotas es probable que sean más abiertas y tengan un gran corazón. Los psicólogos coinciden en que una persona que deja entrar a su mascota a su espacio personal, en este caso la cama, son personas más empáticas y compasivas.
Cuando un perro o gato o la mascota que sea duerme con su dueño, este le está cuidando y se está preocupando por él y su bienestar, por lo que es lógico que estas personas hagan lo mismo con las personas de su alrededor.
Les gusta la intimidad
Compartir la cama con una mascota es un acto íntimo. Es el mismo nivel que compartirla con tu pareja, por ejemplo. Cuando tu mascota se acurruca a tu lado puedes saber si está bien, si está cómo, a gusto o si necesita más espacio. Esto son señales no verbales.
Esta percepción del lenguaje no verbal de tu mascota se extiende a la percepción del lenguaje no verbal de los humanos. Estas personas son más sensibles hacia los sentimientos y necesidades de los demás.
No les da miedo mostrarse vulnerables
Dormir con una mascota en la misma cama significa aceptar que te va a ver vulnerable. Dormir, en sí, es un acto vulnerable porque es el momento en el que una persona se deja llevar y desactiva todos sus mecanismos de defensa durante unas horas.
Dormir con tu mascota implica que al día siguiente puedas amanecer con la cola del gato encima de ti o baba de perro en la almohada y que te dé igual, significa que no te da miedo aceptar la realidad tal y como viene.
Mucha importancia a las conexiones emocionales
Las personas que duermen con sus mascotas entienden el vínculo mutuo y la intimidad que surge al compartir un espacio al dormir con su mascota. Las mascotas dan su amor incondicional a sus dueños e igualmente sus dueños a ellas.
Esto se extiende a las relaciones con otras personas (amigos, familia...). Las personas que tienen mascotas valoran más las conexiones y vínculos emocionales con sus seres queridos.
Son personas más relajadas
Las personas que duermen con sus mascotas en la cama es probable que pasen menos noches en vela, den menos vueltas en la cama y concilien mejor el sueño. Escuchar la respiración de un animal puede ayudar a la persona a dormir y relajarse, reduciendo el estrés.
Es lo mismo que sucede cuando un bebé llora y al cogerlo en brazos apoya su cabeza contra el corazón de su padre o madre. Al escuchar el latido del corazón se tranquiliza y se calma.
Suelen ser personas generosas
Compartir la cama con una mascota es un acto de generosidad, porque implica ceder un espacio personal e íntimo. Además, es un acto desinteresado, ya que la persona no espera nada a cambio más allá de que la mascota se tumbe ahí.
Esto suelen hacerlo con las personas que las rodean: dar, pero sin esperar recibir algo a cambio. Son personas que están dispuestas a tender la mano o compartir lo que tienen con los demás sin esfuerzo.
Fácilmente adaptables a los cambios y al entorno
Dormir con una mascota implica adaptarte a los ruidos que hace, a su posición cuando se tumba en la cama... Estas personas extienden esta cualidad de adaptabilidad al entorno. Son personas capaces de adaptarse a nuevas situaciones y cambios con facilidad y si se les presentan desafíos inesperados los afrontan con calma.