Un nuevo estudio publicado en The Journal of Environmental Psychology ha confirmado lo que muchos intuían, pero con una vuelta de tuerca revolucionaria: no hace falta estar en la naturaleza para beneficiarse de sus efectos relajantes. Basta con imaginarla.
Investigadores de Finlandia y Noruega han demostrado que visualizar escenas naturales durante tan solo cinco minutos puede reducir significativamente el estrés, tanto a nivel percibido como fisiológico.
¿En qué consistió el estudio?
El experimento, realizado con 50 estudiantes universitarios, consistió en someter a los participantes a una tarea estresante y luego dividirlos en dos grupos: uno visualizó palabras relacionadas con entornos urbanos, como “moto” o “callejón”, y el otro palabras vinculadas a la naturaleza, como “montaña” o “flor”.
Los resultados fueron contundentes. Quienes imaginaron escenas naturales no solo dijeron sentirse más tranquilos, sino que también presentaron marcadores físicos de menor estrés, como una frecuencia cardíaca más baja y más variable, señal de un sistema nervioso más equilibrado.
Este hallazgo se suma a una larga lista de estudios que demuestran que pasar tiempo en la naturaleza reduce el estrés. Sin embargo, lo novedoso aquí es que, por primera vez, se comprueba que los beneficios se pueden obtener sin salir del sitio, simplemente utilizando la imaginación.
¿En qué contexto podemos usar este truco?
Los autores del estudio destacan que este ejercicio puede ser especialmente útil en contextos laborales donde no siempre es posible salir a dar un paseo. “Cuando el acceso a la naturaleza no es posible, la incorporación de imágenes mentales puede ser una alternativa válida”, escriben.
Esto supone una herramienta valiosa y de bajo coste para emprendedores, trabajadores en entornos exigentes o cualquier persona con una agenda apretada. Es muy sencillo, únicamente hay que cerrar los ojos. Cinco minutos. Un poco de silencio. Nos imaginamos un entorno natural y según la ciencia, puede ser todo lo que necesitas para recuperar la calma.