EN LA BRÚJULA

La Tertulia: El primer papa estadounidense y un pontificado con mensajes claros

Pilar Cernuda, Iñaki Ellakuría, Gabriel Sanz y José Ignacio Wert repasan junto a Rafa Latorre la actualidad del día, marcada por el nombramiento del papa León XIV.

ondacero.es

Madrid |

A las 18:06 horas del día de ayer, la esperada fumata blanca apareció en el cielo de Roma, anunciando al mundo la elección de un nuevo Papa. En solo cuatro votaciones —menos que las que se necesitaron para elegir a Francisco— el cónclave cardenalicio llegó a un acuerdo unánime y sorprendente: el elegido fue Robert Francis Prevost, el primer pontífice estadounidense en la historia de la Iglesia Católica. El cardenal, de raíces hispanas, ha adoptado el nombre de León XIV, una elección cargada de simbolismo y con resonancias históricas profundas.

El anuncio no solo marca un hito por su nacionalidad, sino también por el contexto global en que se produce. León XIV llega en un momento de importantes cambios geopolíticos, de polarización social y de redefinición del papel de las instituciones en la vida pública. El nuevo Papa, con experiencia como misionero en Perú y una trayectoria eclesial destacada en Roma, ofrece un perfil que combina continuidad doctrinal con señales de renovación.

El nombre de León XIV remite inevitablemente a León XIII, pontífice del siglo XIX que sentó las bases de la doctrina social moderna de la Iglesia con la encíclica Rerum Novarum. Al adoptar este nombre, el nuevo Papa parece querer establecer un paralelismo con aquel momento histórico: un tiempo de desigualdades, de revoluciones industriales y de urgencias sociales. Así, su elección representa no solo una continuidad con las reformas de Francisco, sino también una voluntad de profundizarlas en un contexto contemporáneo, con un tono menos rupturista y más diplomático.

Prevost, de 69 años, ha demostrado desde el primer momento una sensibilidad particular hacia el mundo hispano. Su saludo desde el balcón de San Pedro fue en un impecable castellano, detalle significativo considerando que ni siquiera el Papa Francisco se expresó en su lengua materna durante su primera aparición. De apellido materno Martínez y con estrechos vínculos con Latinoamérica y España —país que ha visitado en diversas ocasiones— León XIV podría convertirse en un puente natural entre el Vaticano y la comunidad hispana global, incluida la que reside en Estados Unidos.

La elección ha sido recibida con una mezcla de expectación y análisis apresurados. Donald Trump, expresidente estadounidense, no tardó en expresar su “orgullo” por tener a un compatriota al frente de la Iglesia, aunque no todos interpretan este gesto como un respaldo incondicional. Cabe recordar que León XIV reprendió en su momento al entonces vicepresidente católico de Trump, recordándole que el Evangelio no clasifica los afectos según jerarquías nacionales.

Desde el plano interno de la Iglesia, la elección ha sido vista como un intento de equilibrio: un Papa “de la cuerda de Francisco, pero con estilo diferente”, según los expertos. Su perfil es el de un moderado, alguien capaz de mantener el espíritu reformista sin las tensiones que marcaron el final del pontificado anterior.

En sus primeros gestos como pontífice, León XIV ha ofrecido claves sobre el estilo de su mandato. Apareció en el balcón con los ornamentos tradicionales que evocan los de Benedicto XVI, rompiendo así con la austeridad que caracterizó la primera imagen de Francisco. Sin embargo, más allá del atuendo, el nuevo Papa transmite una imagen sobria, serena, incluso arquetípica, como coincidían los analistas de la tertulia de La Brújula.

“Es el casting perfecto para un Papa”, comentaban entre risas los tertulianos. Pero la reflexión iba más allá del aspecto. Se señalaba la importancia de los gestos litúrgicos, el simbolismo del nombre, y la proyección que tendrá en una Iglesia fragmentada por debates internos, en la que se espera ahora una etapa de consolidación y equilibrio.

A sus 69 años, León XIV podría liderar la Iglesia durante al menos una década y media, en contraste con los 12 años de Francisco. Su edad permite prever un pontificado largo, algo que puede ser decisivo para la aplicación de reformas estructurales, la recuperación del diálogo dentro de la Curia y la reconfiguración del papel internacional del Vaticano.

Los periódicos del mundo ya lo tienen en sus portadas: “Un nuevo Papa en la línea de Francisco” (El País), “Preocupado por la justicia social, pero más conservador” (Público), “Un Papa que rompe con la austeridad” (La Vanguardia). Y lo cierto es que todos tienen parte de razón.

Porque si algo ha dejado claro León XIV es que no hay papado sin mensaje, ni gesto sin propósito.

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