'Vivir con miedo'
✍️ Por Román Pérez González
En el año 1974 el poeta uruguayo Mario Benedetti publicó uno de sus poemas más conocidos: ‘Táctica y estrategia’ en el que a través del juego de las palabras intenta descifrar las diferencias entre ambos términos que pudieran parecer similares para intentar construir un muro inquebrantable entre dos personas enamoradas con las que cada uno va dando pasos hacia su construcción del amor.
Me ha costado mucho escribir esta anticrónica, lo confieso, quizás la que más desde que empecé hace ya un par de temporadas (con este formato). Uno ya sabe cómo se las gasta esta UD, pero lo de la primera parte, especialmente, no me lo esperaba. Una UD a merced del Valencia que apenas se acercó a Mamardashvili, el penalti y poquito más, fue todo el bagaje de un equipo que venía de estar diez días preparando el encuentro, catalogado como una final, con la guagua bajando por Fondos de Segura con toda la parafernalia generada para que luego en el verde los de amarillo dieran el paso adelante necesario.
Esperaba mayor ímpetu, mayor garra, una mayor predisposición, una salida en tromba de la UD era lo mínimo esperable, con la gente encendida, con la garganta preparada de los días grandes. Por supuesto que no juzgo que los jugadores no quieran, se juzga, y creo que es parte de la táctica del entrenador, llegar “vivos” al último tramo del partido y ahí, en el ya clásico arreón final, tratar de optar a puntuar. Por supuesto que no rechaza Martínez poder adelantarse en el marcador, pero digamos que prefiere partidos moribundos, apagados, de tensión baja, en los que no suceda nada.
Y, ya lo hemos visto, lo que suele suceder es que la UD llega a ese tramo final por detrás en el marcador y cruzando los dedos en busca de un milagro. El equipo defraudó y con este nuevo tropiezo las opciones de permanencia siguen menguando (4 partidos, tres puntos de desventaja a la espera de lo que haga el Girona) porque nadie cree que Las Palmas vaya a ser capaz de corregir el viento que la nave trae de cola. Habrá que tirar para adelante con el barco ya así, escorado, chungo, cruzando los dedos. La estrategia de esta temporada, los cambios, los entrenadores elegidos para dar consistencia a la nueva idea, han traído estos lodos, un equipo que solo ha ganado dos partidos en la segunda vuelta, un equipo que quizás no se merezca volver a estar en la élite con este bagaje paupérrimo.
Ojalá no sea así, por supuesto, pero es obvio que se ha ido ganando palmo a palmo el derecho al desastre y también es cierto que los rivales no están especialmente mejor y que, precisamente por esto, hay opciones de permanecer, eso sí, con actuaciones como la del otro día, es cuestión de tiempo que se dé el cataclismo. El margen de error ya es puro maquillaje; las palabras sobran, quedan cuatro partidos y ya no solo no dependemos de nosotros sino que también luchamos contra nuestros propios temores: todo o nada en un chasquido de dedos. La próxima vida, contra el Rayo en casa. Ojalá la estrategia no sea vivir con miedo sino salir a ganar de una puñetera vez.